Cosechar...

 

Podemos cosechar ahí donde nos encontramos, en este momento, usando lo mejor de nuestros talentos, experiencias, sentimientos y aspectos buenos de nuestra personalidad para proyectarnos a través del trabajo que realizamos y del servicio que podemos prestar a otros.

 

El trato amable, la sonrisa compinche, la frase de reconocimiento, el gesto amistoso o solidario, el comentario optimista, la palabra de aliento o, simplemente, el saludo de cada día, pueden ser el medio para lograr esa cosecha.

 

Muchas veces una sencilla acción hecha con conciencia y buena intención, sin pedir o esperar nada a cambio, nos beneficia más que cualquier otra práctica compleja para aumentar nuestro bienestar, el de nuestra familia y comunidad.

 

Frente a una situación confusa, en lugar de criticar y juzgar, a la ligera, preguntémonos: ¿Cómo podría contribuir para mejorarla o resolverla? Hagamos nuestro aporte consciente, responsable, amoroso y voluntario; encendamos luz en medio de la confusión.

 

Cosecha, aquella persona que se vuelve solidara, tolerante, comprensiva, conciliadora y que trabaja por el bienestar de los demás. Cosechamos, cuando nos valemos de nuestra experiencia, conocimiento y buenas ideas para superar, solucionar y manejar los problemas, los desacuerdos y las situaciones difíciles.

 

Si no hay siembra no puede haber cosecha. ¡Comienza a sembrar...! ¡Comienza a cosechar...!

 

Perdonar...

 

Es fácil decir a otr@s que perdonen, pero qué difícil es darlo, nosotros.

 

Habremos oído que "es un don el saber que estamos equivocados y que podemos ser perdonados"; pero ¿qué pasa con los que se equivocan y nos hacen daño, y nosotros tenemos que perdonar?

 

Muchas veces, para vengarnos, deseamos castigar a quien nos ha hecho mal, pero quienes salen más castigados somos nosotros mismos y, para liberarnos, es necesario renunciar a esos sentimientos dolorosos.

 

Podemos decir que estos sentimientos dolorosos no son nuestros, sino que son de quien nos hizo daño y es necesario dejarlos ir, cuanto antes, perdonando.

 

A veces me pregunto: ¿Qué hubiera hecho yo en lugar de la otra persona que me hizo daño, si yo hubiera estado en la misma situación y circunstancias?

 

Casi siempre concluyo que, en ese momento, lo que hizo esa persona fue "su mejor opción" para ella, aunque no para mí; lo que la otra persona hizo fue sólo protegerse, no fue su intención hacerme daño. ¿Acaso no hice sentir yo, alguna vez, a otra persona de similar manera?

 

Me siento herid@, pero eso no significa que la otra persona sea mala o en verdad quiera hacerme daño. Simplemente, la otra persona no conoce toda mi vida, ni mi pasado, y no sabe lo que me hiere de manera especial, debido a mi historia personal.

 

No deberíamos esperar que alguien nos pida perdón, hay que darlo... sin más. Y lo doy porque la razón más importante para perdonar es que me libero de una gran carga.

 

¿Qué prefieres? ¿Perdonar, y ser feliz, o postergar el perdón y tener la razón?

 

Perdona, aunque te cueste una lágrima...