DEJAR DE FUMAR
Considero que soy una persona con mucha fuerza de voluntad, pero con relación al tabaco parece que no tengo ninguna. Fumo unos dos paquetes de cigarrillos al día y ya he intentado dejarlo varias veces. Sin embargo, la adicción es más fuerte que yo, ya que no he podido aguantar más allá de una semana. Una y otra vez he recaído. ¿Hay alguna forma efectiva para abandonar este mal hábito?
Carmen - Lugo - España
Estimada Carmen: Seguramente sabrás que tu problema es bastante frecuente y que no hay una solución única, ni sencilla, ni mucho menos infalible. Hecha la aclaración, te comentaremos algunas ideas que quizá puedan ayudarte. En primer lugar, es importante que tengas claro que el principal obstáculo a la hora de dejar de fumar es la abstinencia psicológica, y no la física. La abstinencia física, en realidad, tiene una intensidad muy leve en comparación con otras sustancias adictivas y de una duración que no supera la semana. Entonces, ¿qué función cumple el hecho de fumar? Seguramente esto será diferente para cada persona, pero, en nuestra opinión, hay tres cuestiones que, en la mayoría de los casos, van unidas al cigarrillo. Por ello, es fundamental que descubras cuáles de ellas tienen más peso para ti. La primera es que el cigarrillo muchas veces facilita incluirse en ciertas situaciones sociales, da un sentido de pertenencia o transmite una imagen que suponemos deseable. La segunda cuestión es que fumar ayuda a tolerar mejor algunos tiempos muertos. Es una queja bastante frecuente entre quienes abandonan el hábito de fumar, que son muchos los momentos en que no saben qué hacer, les sobra un tiempo que les incomoda. El tercer modo en que se suele usar el cigarrillo es para "calmar la ansiedad". Vale aclarar que, en sí misma, la nicotina no es ansiolítica, más bien todo lo contrario. Fumar calma la ansiedad del mismo modo en que lo hace cualquier conducta repetitiva como comer o limpiar.
TEMOR A VIAJAR
A pesar que tengo 25 años y muchas ganas de vivir, ver mundo, conocer otros países, pero, al mismo tiempo, me da miedo viajar. Cuando viajo, me estreso fácilmente porque temo perder el tren o el avión, que me roben, estar sola... El resultado es que no viajo tanto como quisiera. ¿Por qué me ocurre esto?
Josefa - Asunción - Paraguay
Estimada Josefa: Muchas veces, las cosas que más deseamos son las que más tememos y esta parece ser tu situación frente a los viajes. Lo desconocido nos genera incertidumbre y nos da la sensación de pérdida de control.
Cuando proyectes el próximo viaje, piensa qué cosas puedes controlar y cuáles no. Si eres una persona previsora, no llegarás tarde al aeropuerto ni a la estación de trenes. Esto por lo que respecta a lo controlable.
En cuanto a lo que no se puede controlar, crea un espacio en tu mente para lo imprevisto. Hay quienes en el presupuesto de su viaje asignan una cantidad de dinero a la partida de "imprevistos". Por ejemplo, 200 euros que quedan apartados para sufragar posibles robos o pérdidas. Si hace falta emplearlo, ahí está el dinero. Si no, se pueden dedicar a una cena especial, de regreso, para celebrar que todo ha salido muy bien.
Y, para los imprevistos que no se solucionan con dinero, lleva en tu próximo viaje música que te inspire, un libro para leer, una película para ver; en fin, recursos adicionales que te permitan disfrutar de algo que te gusta y no te haga centrarte en la acción de viajar en sí.
PERSONAS PREPOTENTES
Últimamente coincido con personas con una actitud prepotente hacia los demás: en el trabajo, entre conocidos e, incluso, en el ámbito familiar. Acostumbran a bromear sobre -otras personas sin tener en cuenta cómo pueden sentirse ante sus comentarios. Su actitud me resulta ofensiva y, en estos casos, siempre dudo entre frenarlas o guardar silencio y no prestarles atención.
Marta - Sucre - Colombia
Estimada Marta: Buscando responderte, queremos hablarte de la ascertividad, un concepto que se sitúa a medio camino entre la pasividad y la agresividad. La actitud asertiva es aquella que defiende los espacios personales sin atacar al otro y, al mismo tiempo, cuida la relación con las otras personas sin someterse a su voluntad. Probablemente no estés respondiendo adecuadamente a estas ofensas porque las opciones que se te ocurren caen en alguno de estos dos extremos. Si muestras indiferencia, tu actitud es demasiado pasiva y debes seguir soportando conductas que te generan malestar. A nuestro parecer, no puedes quedarte muda ante esta situación, no solo porque necesitas poner freno a actitudes que te disgustan sino también porque al no hacerlo probablemente merma tu autoestima. Sin embargo, si reaccionas y les detienes, corres el riesgo de deteriorar la relación con personas de tu entorno con las que deberás seguir compartiendo espacios y actividades. Para encontrar una salida a tu conflicto, destina algún tiempo a diseñar una respuesta asertiva para esta situación. Recuerda: defiende el ámbito personal sin invadir el ajeno. Una sugerencia es que expliques abiertamente que ciertos comentarios te generan malestar e incomodidad, pidiendo, de buena manera, que los eviten. Otra opción es relativizar sus comentarios utilizando un arma muy poderosa: el sentido del humor, que no solo te aliviará sino que, además, permitirá enviar el mensaje que deseas con cordialidad.
OBSESIONADA POR EL ORDEN
Hace ya varios meses que tengo la necesidad de que la casa esté siempre impecable, tarea que es muy complicada porque tengo tres niños pequeños. Por este motivo, me paso el día limpiando, malhumorada y procurando que nadie ensucie nada. ¿Me estoy convirtiendo en una maniática? ¿Qué podría relajarme en este sentido?
Irene - Santa Cruz - Argentina
Estimada Irene: Permítenos hacerte varias preguntas: ¿Cuántas veces se debe limpiar una casa para que esté impecable? ¿Una? ¿Dos? ¿Cinco? ¿Diez? ¿Y con qué frecuencia? Imaginamos que ya ves adonde queremos llegar, pero, por si acaso, aquí va la respuesta que daríamos nosotros: una casa jamás está totalmente limpia ni en perfecto orden. Tu problema es que crees posible alcanzar ese estado de completo orden y limpieza, cuando, en realidad, no lo es, lo cual te genera mucha tensión. Deberás comenzar a aceptar que en tu casa -y en tu vida- siempre habrá una cuota de suciedad y de desorden. En lugar de ponerte a pelear con ese monstruo que jamás derrotarás, trata de amigarte con él. La vida es así, nunca es tan limpia, tan ordenada ni tan perfecta como desearíamos. Por supuesto, esto no significa que debas abandonarte a la mugre y al caos. Sin embargo, si no toleras ni una pizca de ello, vivirás frustrada, tensa y, por supuesto, agotada. ¡Piénsalo!